martes, 11 de mayo de 2010

Esperanza, la pecera, ella.


Se canso de golpear las paredes, su cuerpo ya estaba malgastado de darse contra los muros, las palabras también eran insuficientes, el piso estaba gastado por tantas veces los mismos pasos, de aquí para allá, de allá para acá, el aire escurría todavía sus lágrimas, hasta el tiempo no lo soportaba más. Sin uñas, sin labios, sin lágrimas, sin pestañas, sin esperanza; Esperanza se había perdido hace tiempos, ella la había abandonado definitivamente, porque no le gustaba, no le servía. Entonces, la dejo metida debajo de una baldosa sucia de un baño de un bar, Esperanza era inútil ante su mundo, la espera había matado a Esperanza. Ahora ella encerrada en esas cuatro paredes de pecera, donde podía ver el mundo todos los días pasar ante sus ojos, desesperanzada, con memoria, con razón, con alma, con tristeza, se sentía asfixiada, no soportaba su existencia inútil ante el mundo, tenía una sola salida, pero todavía no reunía el valor, conto muchas veces para coger impulso, se alentó mentalmente, pasaron varias horas hasta que por fin se decidió, se pego de la pared y corrió lo más velozmente que pudo hasta estrellarse contra la otra pared, reventó en mil palabras, en trescientas canciones, en dos mil colores, en setenta y tres pedazos de piel, carne y huesos, su sangre era de tinta, sus dientes quedaron regados como perlas por el suelo gastado. La pared-vidrio de su pecera también reventó y la gente del mundo de afuera quedo manchada por sus pensamientos, sus emociones, sus lágrimas, su saliva, su voz. Ella había quedado esparcida dentro y fuera de su mundo, contaminando el aire con nostalgia agridulce, con goticas saladas, con saliva gastada, con desesperanza. Después de unos días cuando se estaba terminando de recoger sus partículas, en un cajón secreto detrás de la puerta de la pecera, encontraron una caja con carcajadas, con ilusión, con pecas, con mariposas, con luz, con palabras mágicas, con suspiros, con un mapa para encontrar a Esperanza, con un adiós rotundo y música para bailar sin pasos. Ella había decidido dejarlo todo, ella estaba cansada, ella desesperada, ella desesperanzada, ella olvidada, ella ya no vivía.